—Nos vamos a acampar.
—¿Eh? No.
Después de tener tres veces ese diálogo, tuvieron otros.
Al final:
—Te veo mañana en Tres Cruces a las 9.15.
—Dale. No puedo creer que me convenciste. Te odio.
A las 9.15, Rafa estaba con los pasajes en la mano y Julia, en un taxi. 9.30, quién sabe cómo, se tomaron el ómnibus. Lo bueno del campamento era que quedaba en Punta del Este, lo malo era todo lo demás. Cuando llegaron, vieron un montón de gatos y murciélagos (aunque era de día).
—No está mal, para haberlo organizado con poca anticipación...
—Sí. Es bastante recomendable. Se lo podemos recomendar a nuestros enemigos.
Deberían haber armado la carpa y pasado por algún quiosco. Pero eran jóvenes irresponsables de piel pálida. Así que dejaron todo tirado y fueron a la playa a tomar sol. Se acostaron, pero Julia se aburrió de estar quieta a los cinco minutos. Entonces, fue a caminar. A la vuelta, pasó por un parador y se encontró con Mauro.
Se
sentaron en una mesa. Ella pidió un helado. Él, cuatro. Hablaron de todo un poco. Él le contó que, al día siguiente, iba a ir a una manifestación silenciosa por Mailhos.
—Es un muelle de Punta del Este. Queda por la playa Mansa. Lo construyó un millonario que vivía cerca de ahí: Mailhos.
—Mirá... no sabía nada. ¿Y por qué hay una manifestación?
—Porque está en malas condiciones, dejado de lado. La manifestación es para que se declare patrimonio.
—Ojalá lo consigan.
—Es un muelle de Punta del Este. Queda por la playa Mansa. Lo construyó un millonario que vivía cerca de ahí: Mailhos.
—Mirá... no sabía nada. ¿Y por qué hay una manifestación?
—Porque está en malas condiciones, dejado de lado. La manifestación es para que se declare patrimonio.
—Ojalá lo consigan.
—Vinimos con Rafa, para desestresarnos. Él
está bastante mal. Tuvo problemas con la familia. Espero que salir un poco le haga bien.
— ¡Esperemos!
—Ahora
voy a volver. Lo dejé cuidando las cosas y debe estar aburrido. ¿Querés verlo?
—¿Dónde está?
—Y...
calculo que a cuatro cuadras.
—¿Cuatro? No sé, me duele un poco la rodilla. Mejor nos vemos después, ¿dale?
—Dale.
Julia se puso a caminar pensando
en Mauro. Le llamaba la atención que moviera tanto el cerebro, y tan poco las piernas. Por un lado, siempre seguía las últimas noticias. Y, por otro, no era capaz de caminar cuatro cuadras. Cuando se encontró con Rafa, volvieron al campamento.
—Esta carpa es un gimnasio móvil, che. ¿Te das cuenta de todo lo que nos movimos para armarla? Y eso que vinimos a descansar.
—Imaginate
a Mauro acá.
Cuando terminaron con la carpa, fueron al quiosco. Almorzaron, y después se tiraron en los sobres a charlar. Rafa estaba preocupado por su tía.
—Tiene carácter muy fuerte, y está cada vez peor.
—Tiene carácter muy fuerte, y está cada vez peor.
—Vos tenés el carácter más fuerte del mundo, y tan mal no estás.
—Pero ella es diferente. Es mucho más... no sé, no sé cómo describirla. Todavía vive con mi tío, que es su ex. Se llevan horrible, en serio. La otra vez me dijo que, un día de éstos, lo va a matar. Tiene pensado usar una varilla de hierro.
—¿Una varilla de hierro? ¡No te lo podés tomar en serio! Es un chiste, Rafa.
—Mirá que no. No es que me dijo que le va a pegar un tiro.
—No sé, no creo. Tranqui, Rafa. Aprovechá que estás acá. Mañana vamos a la playa. Y, de noche, a la manifestación. Así salimos un poco de nuestro ambiente. Y, aparte, nos encontramos con Mauro, que siempre viene con algo nuevo.
—Sí, qué sé yo.
Al otro día, como Julia había previsto, fueron a la playa.
Volvieron al campamento temprano. Rafa no tenía muchas ganas de ir a la manifestación, pero Julia insistió y al final fueron. Quedaron en encontrarse con Mauro a las diez.
Media hora después, se iluminó el muelle con más de 200 velas, puestas en bidones llenos de arena. Había cientos de personas, de todas las edades. Nunca habían estado en algo así. Cuando terminó, fueron a comer pizza. Mauro les contó varias noticias. Por ejemplo, que una mujer mató a su ex con una varilla de hierro.
—Pero ella es diferente. Es mucho más... no sé, no sé cómo describirla. Todavía vive con mi tío, que es su ex. Se llevan horrible, en serio. La otra vez me dijo que, un día de éstos, lo va a matar. Tiene pensado usar una varilla de hierro.
—¿Una varilla de hierro? ¡No te lo podés tomar en serio! Es un chiste, Rafa.
—Mirá que no. No es que me dijo que le va a pegar un tiro.
—No sé, no creo. Tranqui, Rafa. Aprovechá que estás acá. Mañana vamos a la playa. Y, de noche, a la manifestación. Así salimos un poco de nuestro ambiente. Y, aparte, nos encontramos con Mauro, que siempre viene con algo nuevo.
—Sí, qué sé yo.
Al otro día, como Julia había previsto, fueron a la playa.
Volvieron al campamento temprano. Rafa no tenía muchas ganas de ir a la manifestación, pero Julia insistió y al final fueron. Quedaron en encontrarse con Mauro a las diez.
Media hora después, se iluminó el muelle con más de 200 velas, puestas en bidones llenos de arena. Había cientos de personas, de todas las edades. Nunca habían estado en algo así. Cuando terminó, fueron a comer pizza. Mauro les contó varias noticias. Por ejemplo, que una mujer mató a su ex con una varilla de hierro.
Referencias:
http://ecos.elpais.com.uy/muelle-de-mailhos
http://www.elpais.com.uy/130210/pciuda-694805/ciudades/mato-a-expareja-con-varilla-de-hierro/
http://www.elpais.com.uy/130212/pciuda-695188/informe/con-unas-200-velas-piden-por-el-muelle-de-mailhos/
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